Esta semana preparaba la clase del pasado martes sobre: “la apatía y la depresión” del libro “dejar ir” y agradecí, como siempre, al Dr. Hawkins que me alumbrara en un tema que me venía preocupando. ¿Por qué culpamos, cuando no hacemos las cosas bien?.
Me maravilla ver cómo se falsea la conciencia, cómo la gente consigue culpar cuando se siente culpable. Por poner un caso típico, que ocurre muchas veces, dejas un dinero y no solo nunca ves ese dinero, sino a ese “amigo” que se lo dejaste, desaparece, dando un portazo, mucha veces, hablando mal de ti.
El Dr Hawkins reflexiona, en el capítula de “la culpa” sobre ello. Y es realmente interesante.
Dice que desde niños tendemos a culpar a otro. Cualquier cosa, una caída, que te llamé la atención el profe, se convierte inmediatamente en objetivo de culpa. El problema es que de mayores, a veces, hacemos lo mismo.
La culpa nos libera de la carga de sentirnos culpables, descargamos nuestra carga en el otro. Liberamos peso con ello y además nos damos motivos para cargar contra un objetivo. Provocamos a éste, esperamos una respuesta, cuanto más agresiva, mejor para tener más argumentos que justifiquen nuestros actos. Hacemos del otro una diana en donde apuntar los dardos de nuestra ira. Ira que realmente enmascara enfado con nosotros mismos.
Una ira, que si tuviéramos la valentía de entender, la enfocaríamos a nuestra realidad y esa nos daría el coraje para poder superarla, aprender la lección de vida y pasar pagina. Pero a veces nos acomodamos en ese estadio de buscar culpables de actos que no nos agradan de nosotros mismos y en función de nuestro carácter podemos, hasta preparar estrategias de venganza y falsear nuestra percepción hasta salirnos totalmente de la realidad.
A eso el Dr. Hawkins, le llama estar atrapados en nuestra pequeñezTomar consciencia de nosotros y de nuestros actos, es el camino a la felicidad.